25 de febrero de 2011

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Hay momentos en los que descubres que pequeños gestos pueden arrancarte una sonrisa de las entrañas.
Pequeñas cosas como que te hagan cosquillas, que te den un abrazo, salir corriendo y gritando por el medio de una calle sólo porque te apetece reírte, encontrate una moneda de un céntimo que alguien tiró desinteresadamente, que te escuchen cuando cuentas historias interminables, que te cuenten historias, que se rían contigo, incluso que se rían de ti.
En el fondo, la vida es más sencilla de lo que parece.
Hoy he descubierto que podría vivir a base de abrazos espontáneos, sonrisas regaladas y monedas de un céntimo.

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