14 de febrero de 2011

El romance del gambón becerro

Cuando un macho y una hembra
en feroz ayuntamiento
se apresuran a frotarse
y a sufrir los escarmientos
es preciso conocer
la historia de los comienzos
de langostos y de almejas,
de las ostras y pimientos.

Los gambones son adictos
de las cuevas submarinas;
las langostas, por su parte,
buscan aguas cristalinas.
Y las cuevas, rebosando,
se estremecen por doquier
y con un becerro dando
nos susurran falafel.

Los gambones son rosáceos
y peludos a su vez.
Tienen dos antenas grandes
¡ay, qué raros son, pardiez!
Mas las cuevas submarinas
mucho más sencillas son:
tienen hongos y ladillas
y nos dan calefacción.

Si estos versos remilgados
de tu gusto pueden ser
no lo dudes ni un instante
y a un peludo acude a ver.
Cántale cosas bonitas
hazte camas en su piel
haz de pelo unas bolitas
y le dices falafel.

Si una vez, gamba en la cueva,
lo que notas es placer
cuenta esto como prueba
de lo que aún queda por hacer.
Dale coba a la langosta,
dale mucho de comer,
no la dejes esmirriada
que asquerosa no ha de ser.

Tente esto aprendido
como forma de vivir
que un lasgostino sufrido
no es muy digno de decir.
Úntalos dentro de un higo,
chúpalos hasta morir
y con goce desmedido
nunca pienses en sufrir.

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