24 de marzo de 2011

19.

Sumisa, pesada, terca, tonta.
Un día te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, de cómo cambia la gente, de lo mucho o poco que necesitas a determinadas personas. Abres un álbum viejo de fotos y ves caras que antes lo significaban todo y ahora no te dicen nada. Lees un libro y recuerdas frases que antes no dejabas de repetir y que ahora se han quedado colgadas en el aire. Rebuscas en tus recuerdos y encuentras miles de momentos que, por aquel entonces, pensabas que jamás ibas a olvidar; y sin embargo ahora están difusos.
Hay historias que nunca se cuentan, historias que decidiste olvidar, hasta que un día descubres que no tiene ningún sentido seguir escondiéndolas. Entonces, mientras las cuentas, una oleada de sentimientos y emociones te dejan confusa, y durante un tiempo recuerdas como si fuera ayer todo aquello que habías vivido.
Hoy ha sido mi día de recordar sonrisas escépticas y paseos por un parque agarrándome a una mano que me hizo tremendamente feliz. Hoy ha sido un día de recuerdos que duelen pero a la vez hacen sonreír, porque aquella fue mi historia, probablemente la única historia de mi vida. Una historia con banda sonora propia, paisajes inventados e incluso nuestras propias palabras, porque todo amor que se precie de serlo tiene que tener su lenguaje especial. Un amor bañado en Fito y canciones de los 80' en el que yo acabé siendo un calamar o un pájaro carpintero y tú una trucha, aunque nada tuviera sentido. Un amor donde las sonrisas se pintaban con pinceles. Un amor sujetado con millones de globos, como la casa de UP.
Después de todo, creo que queda terminantemente prohibido no sonreír.
Nunca Beethoven dio para tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario