28 de marzo de 2011

Replay.

¿Sabes? No quiero volver a enamorarme. Me da pánico. La simple idea de elevarme por las nubes para después caer desde lo más alto me aterroriza. No quiero partirme más huesos del corazón. Y, sin embargo, cada vez parece completamente distinto.
Ahora tú eres esa persona con la que pasaría horas hablando de cualquier cosa con tal de escuchar tu voz. Ni siquiera necesitaría un beso para ser feliz. No consigo mantenerte la mirada sin tener miedo a que mis ojos delaten lo que mi corazón aún no está preparado para confesar y, sin embargo, odio esperar. El tiempo que pasa es tiempo perdido. Es tiempo que me hace recordar, comparar y asustarme.
Soy una persona nacida para querer y, sin embargo, irónicamente, parece que la vida me hace huir del amor. Puede incluso que sea una cobarde, no lo niego. Soy transparente, pero no lo suficiente. Y siempre acabo dándole vueltas a lo mismo, a si todo lo que he hecho en mi relativa y corta vida amorosa ha tenido algún sentido.
En realidad, ni siquiera sé si mi propia vida tiene algún fundamente lo suficientemente fuerte como para aguantar todos mis vaivenes. Vivo rodeada de mentes extrañas, y la única que realmente me comprende ya pertenece a otra relativamente superior. Y los demás, los que me ayudan a sonreír, se los lleva la marea y muchas veces los trae demasiado diferentes como para que pueda volver a entenderlos. Pero no los puedo perder. Muchas veces, es lo único que me queda. Una familia hecha a partir de retales extraños, de abrazos y de sonrisas.
Pero supongo que da igual, nadie va a escuchar las locuras de una adolescente como yo.
Supongo que lo único que tengo que hacer es desconectar. Y, durante el tiempo necesario, ser una simple máquina de funcionamiento simple.
Hasta entonces...te odio, almohada. No haces más que darme en qué pensar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario